Posee 92 nutrientes, 46 antioxidantes y omega 3, 6 y 9

La popularidad de la moringa comenzó en 2008, en África, como respuesta a acciones humanitarias destinadas a combatir el hambre por sus extraordinarias cualidades nutricionales.
En forma de vaina, semilla, hojas, aceite o harina, su uso comienza a extenderse como componente en la industria alimentaria y directamente por los consumidores en cápsulas como suplemento de una dieta equilibrada.
Numerosos estudios atribuyen a la moringa beneficios para la salud como antioxidante, antiinflaamatorio o antihiperglucemiante; y funciones bacteriostáticas y bactericidas, muy eficaz en niños, mayores, deportistas y otras personas que puedan estar expuestos a cualquier déficit nutricional o quieran completar su dieta.

La Moringa y su impresionante aporte nutricional

Los beneficios reales de todos los alimentos están condicionados a la biodisponibilidad de sus nutrientes y a las capacidades de absorción y metabolización del consumidor, pero se ha comprobado que una taza de moringa con unos 20 gramos de hojas frescas aporta el 20% de las necesidades diarias de vitamina B6, el 12% del hierro y de las vitaminas C y B2, y el 8% del Magnesio.
No siempre se podrá aprovechar todo en una ingesta, pero su potencialidad alimenticia es impresionante: 17 veces más cantidad de calcio que la leche animal, 15 veces más potasio que el plátano, 10 veces más vitamina A que las zanahorias, 9 veces más proteínas que el yogur, 4 veces más cloro la que la hierba, 25 veces más hierro que las espinacas, 92 nutrientes, 46 antioxidantes, omega 3, 6 y 9, zinc y vitaminas de la A a la Z.

Muy eficaz en niños, mayores, deportistas y otras personas que puedan estar expuestos a cualquier déficit nutricional o quieran completar su dieta

No se conocen contraindicaciones, pero no se recomienda tomar durante el embarazo, y consumir siempre con moderación. La moringa se busca más por sus propiedades beneficiosas para la salud que por su contribución gastronómica. Hasta tomada en cápsulas se puede adivinar su sabor fuerte y amargo.
Si se desea consumir en polvo para asegurar bien su digestión, se recomienda introducirla en la dieta en dosis muy pequeñas durante las primeras semanas. No se recomienda cocinarla, ya que se potencia su sabor y se reducen sus propiedades.

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